Una cuestión que suele ser objeto de discusiones en relación a las empresas familiares es si en primer lugar está la familia o la empresa. En esta ocasión, me permito proponer para esta reflexión que pongamos en primer lugar a la familia.
En nuestra experiencia colaborando con las empresas familiares, podemos percibir que sus integrantes son más proclives y se sienten más a gusto trabajando con los temas vinculados a la empresa; pero, les resulta más difícil trabajar los temas relativos a la familia.
Esto es muy natural, ya que en los temas vinculados a la empresa las situaciones son más predecibles, mientras que en lo que respecta a los temas familiares las situaciones son mucho menos predecibles y estando de por medio los sentimientos su abordaje se torna más complejo.
Se produce entonces, en lo que respecta a los temas de la familia, la procrastinación. Esta consiste en postergar actividades o situaciones que debemos atender por ser importantes, reemplazándolas por otras más irrelevantes o agradables.
Los integrantes de las familias empresarias saben que las cuestiones de orden familiar son importantes y que deben dedicarse a ellas. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos postergan su atención por el temor a que se generen ciertas turbulencias por las cuales no desean pasar. Esta actitud conlleva el riesgo que, en general, si las situaciones no son atendidas a tiempo su solución será luego mucho más difícil y compleja y las consecuencias podrían ser muy negativas.
De acuerdo a las estadísticas, las dificultades que llevan a las empresas familiares a no poder pasar de una generación a otra tienen su origen, fundamentalmente, en la familia y no en la empresa. Como lo señala Josecho Vizcay: “Lo que destruye a las empresas familiares es la propia familia y no los factores externos. Los que logran pasar a otra generación lo hacen porque se quieren, se respetan y se comunican. Tienen mucha fuerza pero para resistir la familia debe estar muy unida”.
Así las cosas, es fundamental que la familia dedique tiempo, esfuerzo y paciencia para tratar esos temas que muchas veces cuestan, pero que su abordaje es muy importante si la intención es la continuidad de la empresa familiar en el tiempo y en armonía.
La tranquilidad de los días de enero, destinados a un reparador descanso, constituye un momento propicio para reflexionar sobre todos estos temas familiares y fundamentalmente tomar la decisión de pasar a la acción y empezar a abordar los mismos.
Mis mejores deseos para las empresas familiares para este año 2020 en la búsqueda de ser rentables manteniendo la armonía familiar.
Marcelo Codas Frontanilla
marcelo@estudiocodas.com
Twitter: @CodasMarcelo
Publicado en la Revista FOCO en su edición de enero 2020.