Muchos empresarios que han logrado construir grandes grupos empresariales cometieron varios errores a lo largo de su carrera e, inclusive, fracasaron varias veces. Ellos son la prueba de que es más importante levantarse que la caída.
Una de las mayores preocupaciones de los fundadores en el proceso de transición hacia la siguiente generación es que los hijos cometan errores y fracasen. Sin embargo, son las mismas personas que han cometido errores y no obstante han triunfado las que temen que sus hijos se equivoquen.
En la vida, en general, y en los negocios, en particular, no es muy fácil acertar en el primer intento. Muchas veces los mejores planes chocan contra una realidad diferente, por ejemplo, en cuanto a las necesidades de los clientes. La diferencia entre el fracaso y la continuidad de la empresa está en la capacidad de adaptarse, reinventarse y aprender de los errores.
Podemos ver cómo a grandes empresarios, las cosas no les fueron bien al principio. Tomas Alva Edisson, quien luego de mil intentos creó la primera bombilla de luz, al referirse al proceso dijo: «No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos».
Es muy poco probable que los hijos tengan la misma manera de conducir la empresa que los padres. Como dice un amigo, «la empresa familiar es una carrera de postas de dos estilos». Los estilos diferentes hacen bien a las empresas.
Cuando un padre le entrega la posta a uno o varios de sus hijos, debe tener plena conciencia de que la empresa se conducirá de un modo diferente al suyo y ello podrá implicar que se cometan errores, como él mismo los cometió antes. Este es el camino del crecimiento y está probado que funciona.
Afortunadamente hoy el temor a los errores y al fracaso es mucho menor que hace un tiempo atrás. El camino no necesariamente está siempre sembrado de flores, y debemos estar preparados para cuando nos encontramos con las espinas.
La intención de esta reflexión no es centrarse en los errores y los fracasos, sino asumir que estos son una oportunidad de crecimiento personal, familiar y empresarial. La empresa, en general, y la familiar, en particular, tiene un largo camino que transitar, en el que se presentan dificultades todo el tiempo, lo importante es tener siempre una visión compartida en el sentido de la continuidad de la empresa a pesar de las adversidades y capitalizar las experiencias.
Tengamos siempre presente que grande no es el que nunca se cae sino el que siempre se levanta. Sigamos trabajando, teniendo claro que los fines son la unidad de la familia y el progreso de la empresa.
Marcelo Codas Frontanilla
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