Las nuevas generaciones deben modernizar la empresa familiar, para lo cual se requiere que las mismas tengan un espíritu emprendedor y que las generaciones mayores les den el espacio necesario.
Las empresas familiares tienen muchas fortalezas pero, lógicamente, tiene también debilidades y una de ellas es que tienden a quedarse en el tiempo, a seguir viviendo de las glorias del fundador y de las ganancias generadas por una idea genial de éste.
Pero el mundo cambia y cada vez más rápido, por lo cual lo que hace cincuenta años fue una idea genial, posiblemente, hoy ya no lo es y si la empresa continúan haciendo siempre lo mismo y de la misma manera es muy probable que su continuidad en el tiempo se vea severamente afectada.
Ahora bien, para la modernización es fundamental que las generaciones más jóvenes tengan un espíritu emprendedor, igual o mayor que el fundador, que les permita visualizar nuevos negocios o formas diferentes de hacer viejos negocios. Al mismo tiempo las generaciones mayores deben generar el espacio para que los más jóvenes puedan llevar adelante sus ideas.
El “siempre se hizo así”, que suele ser bastante común en las empresas familiares, debe dar paso a nuevas formas de hacer de modo a poder generar nuevos negocios que permitan a la empresa poder continuar en el tiempo.
En este sentido, son varios los ejemplos de empresas sumamente exitosas que no supieron ver los cambios del mercado y permanecieron inmóviles ante éstos, con el consabido resultado de ver disminuir, en forma notoria, sus ingresos para terminar, inclusive, cerrándose.
Las empresas familiares tienen una gran riqueza que está dada, justamente, por la diferencia existente entra las generaciones, cada una de las cuales tiene sus propias particularidades y que conoce lo que el mercado requiere. La cuestión es que, tanto las nuevas como las antiguas generaciones, trabajen juntas para lograr la consolidación de la empresa familiar en el tiempo. Las más jóvenes con nuevas ideas y las más antiguas con el aporte fundamental de la experiencia.
Las diferencias que hay entre las generaciones deben ser tomadas como una cuestión positiva más allá de algunas dificultades que la situación crea en el relacionamiento entre personas de diferentes edades. Pero para que ello ocurra es fundamental que las personas se abran a los demás y que tengan una amplitud para escuchar las opiniones de los demás y llevar adelante ideas y proyectos en forma conjunta, en los que cada generación aporte lo suyo.
Para poder llevar adelante lo expresado precedentemente, debemos, como dice Steven Covey, empezar con un fin en la mente, que debe ser la modernización de la empresa familiar y apuntar a la máxima que dice: «abuelo fundador, hijo consolidador, nieto modernizador».
Marcelo Codas Frontanilla
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