El cerebro tiene dos hemisferios, el derecho y el izquierdo. El primero gobierna la reflexión, controla la imaginación, la creatividad y la intuición. El segundo, por su parte, es responsable de la razón, de la lógica.
Haciendo una analogía, los miembros de las empresas familiares tienen dos hemisferios, el de la familia y el de la empresa. El primero le da mayor importancia a las relaciones familiares en la búsqueda de la felicidad y el segundo le da mayor importancia a la generación de riqueza.
En el hemisferio de la familia se encuentra el amor, el cariño, la comprensión, la generosidad. En el hemisferio de la empresa se encuentra la rentabilidad, el rendimiento, la eficiencia, la efectividad.
El secreto para una armónica relación de la familia en su vinculación con la empresa está en el uso adecuado de cada hemisferio, de modo tal a poder abordar las cuestiones con la mirada que corresponde en cada caso concreto.
En el trabajo de colaboración que llevo adelante con las familias, en más de una ocasión me he dado cuenta que hay momentos en que se tratan temas netamente empresariales pero que alguno de los miembros está pasando por un mal momento personal o familiar.
En esas situaciones, esta persona necesita que, quienes participan de dicha reunión, que son sus familiares, utilicen el hemisferio de la familia para prestarle ayuda. Requieren la colaboración del padre o del hermano, no del presidente o el gerente de la compañía.
La velocidad de los tiempos que corren hace que en muchas ocasiones no nos demos cuenta de este tipo de situaciones, a lo que se suma que, cada uno de nosotros es diferente y algunos utilizan más el hemisferio de la familia y otros el hemisferio de la empresa.
Como en muchas cosas, el equilibrio es lo importante en estos casos ya que cuando se trata de temas de familia, debe utilizarse el hemisferio de la familia y cuando los temas son empresariales debe usarse el hemisferio de la empresa.
Ahora bien, lo que suele ocurrir es que no utilizamos en forma equilibrada los hemisferios, lo cual nos lleva, de inicio, abordar una situación de manera equivocada, con los consecuentes perjuicios.
A ello se suma que, algunas personas, especialmente las que son muy ambiciosas tienen muy desarrollado el hemisferio de la empresa y muy poco desarrollado el hemisferio de la familia.
Debemos saber que hemisferio utilizar según sea la situación. Así debemos distinguir cuando un hijo necesita conversar con su padre y cuando necesita conversar con el presidente de la compañía; cuando un hermano necesita la ayuda de su hermano y cuando requiere la colaboración del gerente.
Marcelo Codas Frontanilla
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