Un tema, central entre los centrales cuando aludimos a una empresa familiar, que suele generar inconvenientes en la relación de la familia con la empresa, es la carencia o la dificultad para el diálogo entre y con los integrantes de la familia, trabajen o no en ella. A ello puede obedecer que la empresa en cuestión no trascienda y permanezca en el tiempo.
A partir de esta circunstancia, es muy importante propiciar espacios de diálogo, en familia, en torno a temas vinculados a la empresa. Naturalmente, nos referimos a cuanto tiene que ver con la relación de la familia con la empresa, pues los temas que son exclusivamente empresariales deben abordarse, al interior de la misma empresa, con la participación de propietarios, directores, gerentes, colaboradores; según cada caso.
Hay quienes opinan que los temas relativos a la relación de la familia con la empresa no deben ser tratados en la casa y, como contracara, existen personas que adoptan una postura distinta y son del parecer de que estos temas puedan ser abordados en la casa.
Más allá de cuál de las alternativas descritas se considere mejor, lo importante es generar esos espacios para el diálogo, en la casa o en la empresa, conforme la familia lo acuerde y lo considere mejor. Una y otra posición tienen debilidades y fortalezas, razón por la cual, en cada caso, debe optarse por el lugar que la familia considere más válido.
Habitualmente estos espacios de diálogo no existen. El primer paso es pues, generarlos, aun corriendo el riesgo de caer en imperfecciones propias de algo que se empieza, pero con la mirada puesta en el hecho de que iniciar ese proceso puede marcar una diferencia muy importante en la relación de la familia con la empresa, especialmente a mediano y largo plazo.
Así, es importante dar el primer paso e ir avanzando en una agenda de temas, articular su seguimiento, designar un miembro de la familia que oficie de coordinador, entre otros aspectos. En el caso que la familia lo considere apropiado, puede resultar saludable contar con la colaboración de un profesional que facilite los encuentros. Desde esta perspectiva, los miembros de la familia deben incorporar o, potenciar, en el caso que se las posea, habilidades tales como la escucha activa, el cuidado en el hablar, el reconocimiento de las emociones, la empatía.
Las conversaciones en familia deben estar presididas por la sinceridad, puesta de manifiesto en la expresión de ideas, inquietudes, desagrados, y quienes escuchen, deben prestar la debida atención confiriéndoles su justa importancia, y si existen diferencias de opinión, partir de ellas para procurar construir juntos algo que sea positivo para todos. Finalmente, de eso se trata el diálogo cuando es constructivo y basado en el respeto.
Tratemos de generar y potenciar los espacios de diálogo en familia, ello redundará en beneficio de la familia y la empresa y permitirá que ésta tenga mayores posibilidades de transcender en el tiempo.
Marcelo Codas Frontanilla
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