El retiro de la actividad empresarial es un proceso cuyo inicio, habitualmente, se da aproximadamente entre los 60 y 65 años de quien resuelve retirarse. En ese momento la persona desarrolló, durante más de 40 años, una actividad laboral y empresarial. Luego, resulta prudente que esa misma actividad concluya gradualmente y no del día a la noche.
Atendiendo a esta situación, se debe iniciar, con la debida antelación, un proceso que tiene varias aristas, entre las que sobresalen dos: la económica y la anímica.
Desde el punto de vista económico, la persona deberá asegurar, en lo posible que, una vez retirado, pueda contar con ingresos suficientes que le permitan mantener el mismo bienestar del que goza en el momento del retiro. Para ello, se deberán arbitrar las medidas necesarias en términos de los fondos a ser proveídos por la empresa, fundamentalmente en forma de dividendos, así como las inversiones que convendría que el mismo realice con la debida previsión. Muy gráficamente, dice un colega que el retiro del fundador debe darse sobre una alfombra verde y no roja, haciendo referencia al color de los dólares americanos.
En el aspecto anímico, la situación es probablemente un poco más delicada, pues el retiro se produce en un momento de la vida en el cual la persona es consciente que ya no tiene la misma fuerza de su juventud y, al mismo tiempo, debe afrontar el retiro de la actividad laboral, lo cual constituye un elemento más que influye negativamente en su estado de ánimo.
Existen dos posibilidades para el retiro: la primera, que la persona abandone el trabajo activo en la empresa, permaneciendo solamente como accionista; y la segunda, que además de ser accionista sea director o asesor, aportando toda su experiencia. En mi opinión, la segunda es mejor opción si se juzga necesario -y ello resulta saludable- no desaprovechar la rica experiencia recogida en largos años de trabajo.
Evidentemente, sea como fuese, la persona tendrá un tiempo libre que deberá ocupar. Observando la realidad se comprueba que los deportes y los viajes no ocupan todo ese tiempo. Luego, quien se retira, debe prever la posibilidad de dedicarse a otras actividades, rentables o no, que le permitan seguir sintiéndose útil, a él mismo, a su familia y a la sociedad.
En cuanto a otras actividades futuras de la persona que se retira, el ex rugbier argentino Felipe Contepomi, cuando dejó la práctica de ese deporte en el cual sobresalió nítidamente, expresó: “Cuando uno se retira tiene que hacer un duelo que no es fácil de hacer, un duelo porque deja de hacer algo que le gusta todo el tiempo y es ahí cuando se debe reinventar y buscar y hacer una transición y debe encontrar poder hacer algo que le guste, que le llene tanto como lo que hizo hasta esa edad ”.
Marcelo Codas Frontanilla
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