artículosLa “Generación de cristal” como herramienta de la empresa familiar para perdurar en el tiempo

Quiero abordar en esta ocasión el tema vinculado a la denominada, en mi opinión peyorativamente, “Generación de cristal”. Me refiero, en puridad, a dos generaciones que son las denominadas Millenials o generación Y (nacidos entre 1980 y 2000) y Centennials o generación Z (nacidos a partir del 2000). Aporto como dato de interés que acaba de inaugurarse la “Generación Beta”, constituida por los hijos de “Millenials” y “Centenials”.

Montserrat Nerbena en el año 2012 escribió un artículo de opinión utilizando el término “Generación de cristal”, refiriéndose a aquella a la que se le aplica una letra en vez de una definición, como se ha hecho con tantas otras, y que nace inmersa en el mundo digital, vale decir el mundo de la prisa, el de la información acumulada, rodeada de prestaciones y servicios que creemos conquistas irreversibles y conforman lo que conocemos como “Estado de bienestar”.

Se menciona igualmente que “Generación de cristal” es una adaptación al castellano del término snowflake (copo de nieve, en inglés), utilizado en el mundo anglosajón con la misma connotación. El término se atribuye al escritor y periodista Chuck Palahniuk, aunque fue utilizado por primera vez para referirse a estas generaciones en una discusión académica en la Universidad de Yale en el año 2015 (Lois Balado Tomé).

La calificación “de cristal” se basa en la supuesta fragilidad y poca tolerancia a la frustración que experimentan estas, en oposición a las generaciones anteriores que serían “más fuertes”. Personalmente, no concuerdo ni con la aludida denominación ni con los conceptos que rodean a esta generación. En mi opinión, la cuestión radica en el hecho de que la generación que mueve a estas reflexiones es diferente a las otras. Ello es absolutamente normal y ha pasado siempre.

En realidad, ocurre que, entre las generaciones anteriores, si bien existían diferencias, estas eran menos marcadas. Probablemente, la informática primero y luego, especialmente, el mundo digital, produzcan la consecuencia de un cambio mucho más perceptible entre la generación actual y las anteriores.

Ahora bien, las diferencias de los Millenials y los Centennials, son positivas para la empresa familiar. Y esto es así, pues ellos tienen una visión diferente de la vida, del trabajo, de la empresa, y la entienden con herramientas de este tiempo tan vertiginoso y cambiante. Y es justamente esa diferencia de visión la que debe ser aprovechada.

La empresa familiar, entre sus muchas potencialidades, tiene la posibilidad de contar con integrantes de diferentes generaciones, y ello, en sí mismo, lejos de ser una debilidad constituye una gran fortaleza. En cualquier actividad es fundamental valerse de los dos elementos con los cuales cuenta, de por sí, la empresa familiar: la experiencia y la juventud. La experiencia trae sabiduría y la juventud insufla vitalidad, empuje. La amalgama de ambas es, por demás interesante de cara a lograr uno de los objetivos fundamentales de la empresa familiar: su trascendencia en el tiempo.

Marcelo Codas Frontanilla

marcelo@estudiocodas.com

Twitter: @CodasMarcelo

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